Las mujeres no han estado solas en su demanda de igualdad en la participación política, podemos encontrar claras manifestaciones a favor de la igualdad en la representación política de las mujeres por parte de organismos y lideres relevantes. Se trata de un abanico que va desde reuniones de magistradas electorales de la región, hasta acuerdos entre las ministras y altas autoridades de la mujer, pasando por decisiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas y discursos de importantes líderes.
Probablemente sea en el ámbito de las Naciones Unidas donde de manera sostenida puede verse el tejido político en la búsqueda de la igualdad para las mujeres en la participación política. El análisis de esta esfera muestra como a partir de un pequeño espacio abierto a la expresión de los deseos de igualdad de las mujeres, como fue la Primera Conferencia del Año Internacional de la Mujer, realizada en México en 1975, se abrió un proceso que continúa juntando datos, sistematizándolos, impulsando la creación y articulación de instituciones, organizaciones y personas, hasta lograr un avance significativo.
Las conclusiones generales a las que llega el Informe país sobre la calidad de la ciudadanía en México del INE revelan un proceso incipiente de ciudadanización, y por ende, de democratización en el país, en el que las condiciones necesarias para su consolidación aún son precarias.
La representación política de las mujeres, en plural, implica reconocer la diversidad de situaciones, intereses, ideas, experiencias vitales, historias, lenguas, etnias, edades, clases sociales, raza, orientación sexual, identidad de género, capacidades, ventajas y desventajas de la mitad de la población de los países del mundo.
La violencia política, en los ámbitos locales, y posiblemente en otros espacios políticos también podría ser otro de los factores que expliquen el estancamiento de la participación política de las mujeres en el nivel local. La violencia contra las mujeres en el ámbito político es el problema más evidente de la discriminación y desigualdad que todavía sufren las mujeres que se atreven a disputar el poder político a los hombres.
La tendencia de América Latina es de un avance sostenido en la ampliación de la representación política de las mujeres. Ciertamente, existen casos de retroceso, pero puede afirmarse que en los últimos 25 años las mujeres de la región han sabido crecer en el poder político.
Las mujeres políticas son las protagonistas de la representación, aunque para la generación y sostenimiento de mecanismos hay múltiples actores/as y acciones no coordinadas en su totalidad y que confluyen para el avance sostenido. De manera sencilla puede resumirse la estrategia de estudiar, difundir, generar argumentos, articularse, proponer, conquistar normas, vigilar su cumplimiento y volver a empezar.
La paridad como medida permanente, que incluye la igualdad sustantiva de las mujeres en la noción misma de democracia, ha sido consagrada ya en siete de los 19 países de la región y la mayoría ha establecido la alternancia y sanciones como la no inscripción en caso de incumplimiento, sin embargo, la efectividad debe ser monitoreada y las disposiciones modificadas para que se reflejen en la realidad.
El Comité para la eliminación de la Discriminación contra la Mujer, fue quien generó el concepto de igualdad sustantiva, en su Recomendación General No 25 del 2004, hasta entonces, se habían usado conceptos como igualdad real, igualdad efectiva, igualdad de facto o igualdad de hecho y/o formales para referirse a la concreción de las disposiciones legales sobre la igualdad entre hombres y mujeres.
Diversos países han avanzado en garantizar los derechos de las mujeres buscando lograr la igualdad de género en la esfera político-electoral. En el caso de México, el proceso de paridad legal se inició en varias entidades federativas y culmino con la Reforma Político-Electoral de enero de 2014, que elevo a rango constitucional la paridad en las candidaturas entre mujeres y hombres al Congreso de la Unión y los Congresos Locales.
Otra tendencia importante de la región es la elección de mujeres en los máximos cargos del Poder Ejecutivo. Un aspecto importante a considerar para seguir pensando en la posibilidad de avances es en revertir una suerte de descuido en el monitoreo de los ámbitos locales de poder respecto de la presencia y la formación política de mujeres. Estos ámbitos son espacios desde los cuales se van generando liderazgos y si los mismos no son suficientemente apoyados, incluso las políticas públicas de género que pudieran generarse a través de una masa crítica de mujeres en los ámbitos de poder nacional tendrán dificultad para su implementación.